El Club de los Poetas Muertos

Donde los sueños se funden con la realidad.

domingo, agosto 14, 2005

Artista

En todos mis años como detective de Homicidios, nunca encontré un rival semejante. El "Doctor" no se conformaba con asesinar a sus víctimas, sino que las humillaba convirtiéndolas en la materia prima de sus obras de arte, pues era éste el modus operandi del criminal: destripar a la víctima y usar sus vísceras y sangre como material con el que componer un mural en la pared más cercana al cadáver.
Al principio sus obras provocaban escalofríos en los transeúntes que hallaban el cuerpo, pero con el tiempo y la atención de los medios, la reacción fue cambiando, hasta el punto de que la fascinanción que sus obras provocaban hacían que la gente casi se olvidase de las víctimas. El "qué espanto, cómo puede haberle hecho esto a un pobre inocente" exclamado por los demás policias cuando entrábamos en la escena del crimen se transformó lentamente en un "vaya, es una pena, pero hay que reconocer que si no fuera un asesino, el tio sería un artista admirable". Cuando le detuve, las reacciones ya comenzaban a situarse en la linea de "bueno, si lo mató, es que algo habrá hecho; un artista no mata por nada, ¿no?", mientras contemplaban extasiados sus obras de arte, procurando evitar pisar el reseco y semivacío cadáver, con poco éxito.
El juicio fue largo y reclamó la atención de todos los medios, no sólo por el interés intrínseco del tema, sino por la actitud del detenido durante el proceso. Mi declaración y la de los otros policías que colaboraron en su detención, la de los psicólogos que le examinaron y llegaron a la conclusión de que debía ser encerrado sin posibilidad de redención, la de los forenses y otros expertos... todas ellas fueron interrumpidas frecuentemente por los jocosos comentarios del acusado, todo un experto en el arte de la ironía y el sarcasmo, que con sus palabras arrancaba sonrisas cuando no carcajadas del juez, el jurado y los testigos del juicio. Llegó a caer tan simpático al fiscal que éste rebajó la condena solicitada, sin ninguna condición, cuando el juicio estaba a medias y pese a que el abogado de oficio aún no había ofrecido trato alguno.
Finalmente el acusado fue declarado culpable, indultado y puesto en libertad casi tan rápidamente como lo escribo. Además la popularidad conseguida le permitió lograr subvenciones para sus "obras", sin estar obligado a cambiar de materiales, pues eso afectaría a su libertad creativa. Y qué demonios, les comprendo; es un artista tan visionario que no se le pueden imponer los límites aplicables a los demás hombres. Ya tengo mi entrada para su próxima exposición.

1 Comments:

Blogger Zemo said...

Ozi, ya te dije en privado que me encanta este relato, dotado de una realidad sarcástica que hace esbozar una sonrisa :).

22:18  

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