El Club de los Poetas Muertos

Donde los sueños se funden con la realidad.

viernes, agosto 19, 2005

Escritor

Observaba con admiración, y no sin cierta envidia, los progresos de sus ídolos. Allí estaba el pedante pero exitoso observador de la realidad cotidiana en la séptima edición de su último best-seller, poco más arriba se encontraba la ramplona y edulcorada biografía del actor más famoso del momento, y a un lado veía la última entrega de una serie de novelas fantásticas que habían devuelto al mundo de la literatura a una generación que se daba por perdida entre gráficos renderizados en tiempo real y explosiones en dolby surround. Fijó la vista en la última y laureada obra de cierta escritora, que pese a tener su misma edad ya era veterana en el medio editorial; la autora posaba sonriente en una fotografía que adornaba el estante, ocultando tras aquel bello rostro élfico los sinsabores pasados durante los siete años de rechazos a todas sus sucesivas novelas por parte de todos los editores del pais.

Se apartó del escaparate con cierto regusto agridulce, el que siempre le quedaba cuando observaba esas piezas que le ofrecían placer como cliente, pero tristeza como autor aficionado. ¿Por qué ellos y no él? ¿Por qué no podía él alcanzar el Olimpo de los dioses escritores? No es que fuese tan prepotente como para compararse con los mejores, pero sí que conocía autores inferiores a él que habían logrado llegar tan lejos o más que estos. No era justo. Sin embargo, cuando se reunía con sus amigos y comentaba ante ellos este pensamiento, ellos le respondían con el clásico chiste del hombre que rezaba todas los domingos para que esa semana le tocase la lotería, hasta que años después se le aparecía Cristo y le decía que de acuerdo, que le tocaría, pero que por favor se tomase la molestia de comprar alguna vez un décimo.
Así que finalmente se decidió. Recuperó, polvoriento y con las hojas amarilleadas, el intento de novela que acometió años antes. Corrigió los errores que ahora, con la ayuda de ese experto editor que llamamos tiempo, parecían tan evidentes, repasó varias partes, reescribió completamente otras, creó capítulos nuevos, cambió el final, alteró varios personajes, y tras dos meses de trabajo logró acabarla por completo.
Se la pasó a sus amigos, que unánimemente alabaron sus virtudes y no hallaron defecto alguno. Dejó pasar algún tiempo hasta que finalmente se atrevió, tras tomar la precaución de registrarla como propiedad intelectual, a enviársela a un editor. En el tiempo que pasó mientras esperaba la respuesta, pasaba de vez en cuando por el escaparate de la librería mirando las obras más vendidas e imaginando su rostro en aquellas fotos, especulando sobre cómo sería la portada de su ópera prima, viéndose a sí mismo en una presentación, acosado por fans a los que firmar autógrafos.

Mientras el cadáver era retirado de la mancha de Rorschach que había estado derramando desde sus muñecas, la policía encontró la carta de rechazo con los motivos aducidos por el editor, en lo alto de un montón de cartas y e-mails impresos, todos ellos trufados de notables adjetivos encomiásticos sobre su obra.

3 Comments:

Blogger Artemisa said...

¿La del rostro élfico es Laura Gallego? :-p

11:10  
Blogger Zemo said...

Tan brutal como realista.

Da asco que ciertas personas, diciendo esto con o sin arrogancia, puedan hacer autenticas bazofias de todo tipo y a su vez sean ensalzados por un público que los eleva a la fama a base de pan y circo. Terrible esta sociedad en la que vivimos.

17:28  
Anonymous Anónimo said...

Lo mejor el final. Ojalá todos los payasos que sueñan con triunfar acaben igual que el protagonista.
Jajaja, en este mundo sobra gente!

18:12  

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