El Club de los Poetas Muertos

Donde los sueños se funden con la realidad.

jueves, septiembre 08, 2005

Licantropía

Llovía a cantaros cuando salí del metro en dirección a la cafetería en la que se había concertado la cita. Por aquel entonces yo era un periodista recién salido de la facultad, que tenía mucho que demostrar, así que en redacción me habían enviado a hacer una entrevista basura a un loco que afirmaba ser un hombre-lobo.

No me preguntes porqué, pero los locos fascinan a la gente. Yo debía volver con un montón de estupideces al periódico y redactarlas de una manera tal que el pobre hombre pareciera todavía más loco de lo que estaba. Supongo que a la gente le gusta ver basura para así poder pensar que su vida no es tan triste.

En el bolsillo interior de mi chaqueta llevaba una libretita con las preguntas más típicas y con aquellas que, a primera vista, darían más juego (cómo se convirtió usted en hombre-lobo, qué hace cuando le llega el celo, come usted carne humana, le maltrataban de pequeño, cosas así). No llevaba grabadora. Me iba a inventar la mayor parte de las respuestas, así que con coger unas notas por encima me valía.

Iba a encontrarme con un cateto, probablemente habría preguntas que no comprendería, e iba a aprovecharme de eso: ¿Le han psicoanalizado? ¿Qué opinión le merece su status legal? ¿Su potencial físico es tan exacerbadamente fantástico como nos muestra la literatura? Y, aunque las entendiera, no había problema. Una vez bien maquilladas, cada una de sus respuestas provocarían en el lector una risa incontenible.

Entré en la cafetería. Eché un vistazo y vi a un hombre enorme en la barra. Llevaba camisa a cuadros rojos, de leñador, y el pelo oscuro cayendo desgreñado sobre unos hombros de toro. Al estar sentado en esa posición no vi más de él, pero supuse que sería mi hombre. Sonreí y me dirigí hacia él.

Suavemente le toqué el hombro. Pensaba marcar distancia desde el principio, eso en una mente débil, seguido de unas cuantas muestras de compañerismo, le harían verme como alguien superior a él que pretende ser su amigo, y así podría sacarle más, abusando de esa confianza. - ¿Roberto Paleo? - Pregunté cuando se giró, mostrando una cara franca y bobalicona que prometía mucho material. - Se equivoca de persona. - Respondió, volviendo a su cerveza. Esto me impactó. - Perdone, creo que usted me está buscando a mí. - Sorprendido, me giré para encontrarme con un hombre joven, bajito y bien vestido, de pelo negro bien peinado y gafas con montura al aire. Estaba sentado en una mesa, tomando un café y leyendo un libro enorme. - Por favor, siéntese conmigo.

Me senté frente a él y me presenté. Nos estrechamos las manos y comenzamos una charla ligera sobre el tiempo. Le pregunté si le importaba que tomara notas. Con mucha cortesía, dijo que no solo no le importaba, sino que me lo rogaba encarecidamente.

- Comprenderá que muy poca gente se toma en serio el licantropismo. Muy poca gente a la que no le esté destrozando la yugular uno de nosotros, quiero decir. - Soltó de golpe, como si acabara de hacer un comentario sobre la situación de la bolsa.

Hablamos durante horas. No era un pardillo, como había esperado, era un genio de una enorme cultura. Me contaba cosas y yo las transcribía frenéticamente, pues no quería perder palabra. Miles de veces me llamé imbécil esa tarde por no haber llevado la grabadora.

La historia que me contaba era fascinante. Me contó que, en su juventud, en el siglo XIX, se había transformado en hombre-lobo, pero no me quiso contar como, aunque dejó claro que "el mordisco de un licántropo no te convierte en licántropo, te arranca la pierna".

Me habló de la plata. Dijo que le encantaba la plata. - ¿Cómo - dijo - podría matarnos la plata, el metal mágicamente lunar, cuando es de la luna de dónde fluye nuestra esencia? No, eso es una estupidez. Igual que lo de que la luna llena nos convierte en lobos. La luna no obliga a nada. La luna pide y otorga. Es el sol, es Apolo, el que exige. Nosotros, como hijos de Diana, decidimos. Aunque es cierto que con la luna llena somos más poderosos.

Me habló sobre la época que pasó en París; sobre como unos cazadores le persiguieron por Normandía durante tres noches; sobre el placer de matar y la dificultad de mantener esa adicción a raya. Me habló sobre no tener hogar y sobre hacer un hogar de todo lugar en el que estás.

Nos despedimos muchas horas después. Había llenado mi libreta y la cabeza me bullía. No podía ser verdad. Los hombres-lobo no existen. Estaba confuso. Y entonces, al estrecharle la mano, sentí algo raro. Bajé la mirada y vi como, durante un momento, la mano se convertía ligeramente en la pata de un lobo, adquiría su esencia. Alcé la mirada y le vi sonreír. Los colmillos demasiado largos, los rasgos demasiado estirados, los ojos demasiado claros. Y supe que era verdad. - Puede que pronto nos veamos de nuevo. Y entonces puede que sepa lo que no le he contado hoy. - Dijo.

Salí de allí a trompicones, volví al periódico y dije al redactor jefe que el hombre-lobo no se había presentado, así que no había artículo. De ninguna manera podría haber escrito lo que se esperaba de mí. No, no podía ridiculizarlo. Habría sido como reírme a la cara de Dios. Me dijo que no hacía falta el loco, que me lo inventara. Y yo le dije... le dije que sí. Me lo inventé todo. No hablé de él. Hablé de los que fueron mis prejuicios, hablé de una mente confusa, hablé y dije en aquel artículo todo lo que los demás querían leer. Todo lo que yo no quería escribir.

Han pasado ya casi cuatro años. Por la noche me sigue costando dormir. Mi carrera se ha afirmado, ahora soy periodista de plantilla de un importante periódico. Sé que si alguien leyera lo que estoy escribiendo no se lo creería, a pesar de todo. Me da igual. Me da igual porque se que viene. Las últimas cinco noches le he oído. Viene a por mí. Y esta vez me contará lo que la última vez no me contó. Y, después, me matará.

6 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Tanto esta como la primera vez k lo leí, me encantó.

11:50  
Blogger Artemisa said...

A ver, Elener, confiesa: tú eres escritor, ¿a que sí? Pero no nos lo has dicho porque tu contrato editorial te impide revelar tu pseudónimo.

15:58  
Anonymous Anónimo said...

Eh, tío, no te sobres con lo de Blueberry que es muy buena película y si consigo convencer a alguien más para que la vea, no se sentiré como el único capullo estafado. Os la recomiendo fervientemente, sobre todo a los que viven a miles de kilómetros de mi y no pueden venir a matarme después.

Y por cierto, que te me comes frases. El "y, después, me matará" es un complemento de la frase anterior, no de la anterior a esa. Completa la información de "me contará lo que la última vez no me contó".

Sobre el potencial cinematográfico no estoy seguro, nunca he hecho un guión, ni para corto ni para largo. Sin embargo, fácil de rodar sería.

El Mago:*

20:15  
Blogger Artemisa said...

Pues no he podido evitar relacionar esto con Entrevista con el vampiro en versión licántropa. :-p Es que hace poco que he visto la peli, y claro...

15:37  
Anonymous Anónimo said...

No me parecio muy interesante el relato...no contiene una trama firme, sino que el descenlase es muy obvio, mientras leia sabia bien lo que iba a pasar 3 lineas despues...la verdad no quede satisfecho....Pero igual....a quien le importa lo que yo pueda opinar?....
Segui escribiendo, que la poesia y la escritura, es el placer que rige las almas de los que amamos expresarnos en letras....

18:15  
Anonymous Anónimo said...

Al releerlo, he sentido el mismo escalofrío que la primera vez que pasé por aquí.

Te felicito.

14:50  

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