El Club de los Poetas Muertos

Donde los sueños se funden con la realidad.

miércoles, agosto 24, 2005

Recuerdos

Ofendida por no recordar quien era, me dejó allí, sólo en la habitación del mugriento hotel. Ella se había encargado de buscar mi número, ella había buscado el lugar de la cita, ella había pagado todo. Aunque fuese un hotel asqueroso, dónde las cucarachas eran las que te servían el café, ya que por su tamaño y edad podían hacerlo, era lo caro dentro de lo pobre. La verdad, me sentía un poco culpable al no reconocer a alguien que se tomaba tantas molestias para volverme a ver. Aunque tube que esperar dos días a que mi misteriosa mujer apareciese.
Pero su cara no me sonaba de nada. Ni cuando entró por la puerta, ni cuando se abalanzó sobre mí, ni cuando se apartó, con unas lágrimas perladas que resbalaban por una sonrisa tambien llena de perlas. Me empezó a decir fragmentos de lo que parecía había sido un amor en el instituto. Me empezó a contar cosas de las que mi mente había borrado todo. Le dije que quizá no fuera yo el que estaba buscando. Que quizá fuese otra persona. Pero entonces me sonrió. Me dijo el nombre de mi madre y de mi padre. Me habló de mi hermana y de mi hermano. De cómo había muerto ahogado este último. De unos gatitos negros, que habían sido arrojados a un contenedor en una bolsa de plástico. De cómo pudimos salvar a dos de ellos. Entonces la recordé.
Efectivamente, esa mujer guapa y morena, de grandes ojos marrones, había sido mi novia en el instituto. Dos años, los más felices. Pero recordé tambien, que entre toda la maraña de felicidad yo sufría. Aunque no recordaba el porqué. En áquel entonces no era tan bonita como ahora, así que no temía que me fuera infiel. No estaba tan segura de sí misma, así que no creía que reuniese el valor suficiente para dejarme. No tenía amigas ni amigos, sólo me tenía a mí. Pero yo sufría y sufría. Y no quería volber a sufrir. <>. Insistió unas cuatro veces más, pero yo negué el conocerla, intentando acordarme del porqué de mi sufrimiento. Al final, ofendida por no recordar quien era, me dejó allí, sólo en la habitación del mugriento hotel.
Cuando dió el portazo de despedida, cuando dos o tres de sus lágrimas se evaporaron en el abrasante calor de la tarde, recordé el porqué de mi sufrimiento. Sufría porque la quería. Porque la amaba de verdad. Porque nada más empezar una relación que casi había forzado yo, me dijo que cuando terminase el instituto se iría, a un lugar dónde no la podría ver. Aunque también es cierto que me dijo que volvería.
En vez de saltar de la cama y bajar rápidamente a buscarla me quedé allí. Sólo en la habitación del mugriento hotel, dónde son las cucarachaslas que sirven los cafés. Dentro de lo pobre lo más caro. Yo no quiero volber a sufrir. ¿Y si se vuelbe a ir?¿Qué sería de mí si se vuelbe a ir?

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Dulce tormento el del amor.
Me ha gustado ^^

01:55  

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