Helmut (por Ozimandias).
Helmut nunca había visto unos ojos como aquellos. Sabía, como todos sus compañeros, que ciertas razas no podían compararse, ni siquiera estéticamente, con la suya. Se sentía orgulloso de ser un digno representante de la raza aria, destinada a gobernar con sabiduría a todas las demás. Por eso le desconcertaba encontrar una mirada tan bella, tan profunda, tan intensa, en una joven de cabellos rizados y piel aceitunada que impedían al teniente Helmut Von Hesse olvidarse de que se trataba de una gitana.
Por alguna razón, mirar esos ojos le producía una honda desazón; pensó en lo que se perdería si ardiesen en los hornos, temió verlos marchitarse bajo los efectos del gas, se estremeció al imaginarlos ocultando su brillo y color en una fosa común. Se dio cuenta, horrorizado y maravillado, que se estaba enamorando de esa mirada anónima que denotaba la profunda tristeza de la muchacha. Y contra toda lógica, contra toda ley y enseñanza, decidió que evitaría esa tragedia sin importar lo que le costara.
No fue nada fácil para él sortear los obstáculos que encontró mientras trataba de evitar el destino que sus superiores deparaban a esa mirada que había perforado su corazón. Pero pese a las dificultades lo logró; y ahora, ya en su hogar, se servía una copa del mejor champán que había encontrado en la bodega de una rica familia de joyeros judíos a los que habían trasladado unos días antes, mientras observaba el frasco de cristal desde el que, flotando en un solución conservante, le observaban esos ojos brillantes, mágicos, hermosos, que ya nunca perderían su belleza.
Por alguna razón, mirar esos ojos le producía una honda desazón; pensó en lo que se perdería si ardiesen en los hornos, temió verlos marchitarse bajo los efectos del gas, se estremeció al imaginarlos ocultando su brillo y color en una fosa común. Se dio cuenta, horrorizado y maravillado, que se estaba enamorando de esa mirada anónima que denotaba la profunda tristeza de la muchacha. Y contra toda lógica, contra toda ley y enseñanza, decidió que evitaría esa tragedia sin importar lo que le costara.
No fue nada fácil para él sortear los obstáculos que encontró mientras trataba de evitar el destino que sus superiores deparaban a esa mirada que había perforado su corazón. Pero pese a las dificultades lo logró; y ahora, ya en su hogar, se servía una copa del mejor champán que había encontrado en la bodega de una rica familia de joyeros judíos a los que habían trasladado unos días antes, mientras observaba el frasco de cristal desde el que, flotando en un solución conservante, le observaban esos ojos brillantes, mágicos, hermosos, que ya nunca perderían su belleza.
5 Comments:
Final brutal. Este es el texto que te ganó la fama de no poder escribir nada feliz XD.
El Mago:*
¿Y eso de que no puedes escribir nada feliz, Ozi?
Bueno, está que se sale. ¿Por qué posteas tan poco?
A-co-jo-nan-te.
Al principio creía que te referías a mi nick, por ello de Helmut y ario, pero me ha ido sorprendiendo el relato y el final, como bien ha dicho el predistigitador, es brutal.
Brutal, como siempre
agrr wacala!!!
que bueno!!!! realmente me sorprendio
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