El Club de los Poetas Muertos

Donde los sueños se funden con la realidad.

sábado, diciembre 10, 2005

La "novata".

El profesor tamborileaba los dedos sobre la mesa y miraba de un lado a otro con nerviosismo. "Esto me pasa por aceptar un trabajo en un instituto público", pensó, mirando de vez en cuando a la única persona entre doscientos cincuenta y ocho alumnos que se había apuntado al club de ajedrez.

Ella se atusaba un mechón de pelo que tenía junto a la oreja y observaba entre curiosa y divertida al recién llegado. Se había corrido el rumor de que el nuevo profesor del club era Alexander Mügg, el campeón del mundo de 1982, pero nadie se lo había creído y por eso estaba allí sola. Mügg se caracterizaba por su imprevisibilidad sobre el tablero, algo que ella ansiaba. Creía que le iba a dar clase un señor con canas y voz gruñona, pero si eso servía para mejorar en ajedrez, lo soportaría. Sin embargo, aquel profesor era... distinto.

-¿Y dices que no sabes nada de ajedrez?

-No, señor Mügg. Nada de nada.

Mentía. Quería que él le enseñara todo desde cero.

-Vaya, no sabía que...

-Es usted profesor, ¿no? ¿Puede enseñarme?

-¿Por qué te has apuntado a este club, entonces? -, preguntó él, entornando los ojos y obviando la pregunta de la chica porque no veía necesidad de responder.

-Quiero aprender -, se encogió ella de hombros.

Se le daba muy mal hacerse la tonta, pero se esforzó. No podía intuir la edad de él, pues sus ojos parecían los de alguien que ha vivido trescientos años. Le gustaba la nariz alargada, sus pómulos, la curva precisa de la barbilla... esbozó una media sonrisa mientras lo contemplaba y aquello llamó la atención del profesor, que no sabía cómo encajar aquel gesto.

-Bien -, suspiró él, sin darle importancia-. Hoy te enseñaré la posición inicial de las figuras y cómo se mueve cada una. No creo que nos dé tiempo a empezar una partida...

Durante aquellos cincuenta minutos, él se expresó con tartamudeos al principio, pero luego su voz se volvió más segura al hablar de cosas que conocía como la palma de su mano. No pareció notar que su alumna estaba más concentrada en observar en silencio su rostro, estudiar sus gestos, sus tics nerviosos y en memorizar su voz. Y sus ojos... aquellos ojos no eran normales. Tenían un aire melancólico casi inapreciable, pero lo veías si te fijabas mucho.

"¿Cuándo le digo lo del campeonato?", pensó durante unos terribles segundos. Faltaba poco para el campeonato de la ciudad y esta era la verdadera razón por la que se había metido al club de ajedrez. "Bueno, enseñar a una novata a ser Karkarov en dos meses no debe ser imposible. No para él. Pero ya se lo propondré en la próxima clase..."

4 Comments:

Blogger Artemisa said...

Es uan paranoia que me entró el otro día cuando mis amigas y yo relutábamos gente para el club de ajedrez del instituto y nadie se apuntaba.

(El relato es totalmente ficticio, que conste xD)

22:27  
Blogger Drew said...

Yo sé jugar al ajedrez desde hace años, ¡pero nunca he jugado! Me enseñó una tarde un amigo de mi primo, y ya está, no he vuelto a jugar... T_T Elaine, bonica, tienes que venir a enseñarme.

El relato está bien, pero me desquician los finales abiertos porque me paso horas y horas dándole vueltas al "qué pasará"... Pero bueno, ya me desquicio yo sola pensando sobre lo que viene después. xD

11:46  
Blogger Artemisa said...

Pues continúa tú la historia en tu cabeza, Drew, a ver qué te sale.

Yo sé lo justo de ajedrez y suelo perder ocho de cada diez partidas que me echo al Fritz 6, así que... xD cuando sepa algo de provecho, te llamo y te enseño.

14:44  
Blogger Artemisa said...

Pero si tú eres el rey de los finales abiertos!! O_o

23:51  

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