El Club de los Poetas Muertos

Donde los sueños se funden con la realidad.

domingo, marzo 12, 2006

Nur

Tenía unos ojos fantásticos. No los describo así porque fueran simplemente bonitos, no, es que en verdad resultaban fascinantes.

Alrededor de la pupila, se apreciaba un finísmo aro de color avellana, que a su vez estaba rodeado de otra franja azulada. Esta se iba degradando en matices verdes hasta llegar al borde del iris, que se oscurecía con un leve tono dorado. Su tía, que era muy religiosa, solía decir que Dios intentó atrapar la luz en dos esferas cuando creó los ojos de Nur.

El efecto de su mirada no le era indiferente a nadie. La niña Nur hacía que las personas que la miraban a los ojos se sintieran muy felices o muy incómodas con su presencia, aunque ella no notaba nada de esto. Además, muy poca gente le sostenía la mirada durante más de un minuto, ni siquiera su propia familia. Había algo en ellos tan tremendamente poderoso, oculto y arrollador, que inconscientemente temían verse atrapados en ellos.

Sus ojos siguieron siendo igual de hipnóticos después del accidente, pero Nur dejó de ser la chiquilla alegre que besaba a su madre, escuchaba el programa de cuentos de la radio con su padre, dibujaba soles y arcoiris y que era tan sociable con niños y adultos.

-No, no será posible operarla.
-Es demasiado pequeña, y sus córneas están dañadas de por vida.
-En el hospital tenemos un psicólogo infantil que...
-Tal vez le interese el programa de Braille para niños que la biblioteca de la universidad ofrece...

La niña estaba agazapada debajo de las mantas, donde sabía a ciencia cierta que la luz no entraba, luego era normal que lo viera todo negro. Pero no quería sentir el calor del sol en la cara y seguir en la oscuridad. Era insoportable.

Cuando se despertó en el hospital, asustada e histérica, notó brazos que la sujetaban y voces que intentaban calmarla, pero Nur no entendía nada. Arañó y golpeó a las figuras que no podía ver y las enfermeras tuvieron que dormirla con una inyección y atarla a la cama para que no se hiciese daño a ella misma. Más tarde comentaron entre ellas, aún sorprendidas, la terrible reacción de Nur... no se les ocurrió pensar que es muy normal que una niña de siete años le tenga miedo a la oscuridad.

Al día siguiente, no dijo nada ni apenas se movió; se negó a comer y se quedó tendida en la cama, escondiendo la cabeza bajo las sábanas. La desataron, dado que ya no parecía agresiva. Le mandaron a un señor, supuestamente muy inteligente, que intentaba expicarle como si ella fuera tonta que se había quedado ciega, pero que eso no tenía por qué impedirle comer, reír, jugar y leer libros. Nur no dijo nada ni salió del refugio que se había montado bajo las mantas.

Ya era el segundo día que pasaba en el hospital cuando oyó a los médicos hablar con sus padres sobre un montón de cosas que ella no entendía. Aún así, intuyó que no eran buenas noticias, porque oía llorar a su madre y la voz preocupada de su padre.

Esa misma tarde, cuando los médicos, las enfermeras y sus padres no estaban intentando hacerla hablar o comer, alguien entró en su habitación.

-Pequeña, tienes que ver.

Nur se sobresaltó y asomó la cabeza al mundo, intentando ver a la persona de la voz desconocida. Entonces la realidad la golpeó como un puño y recordó que estaba ciega.

-¿Te he asustado? Me habrías oído entrar si hubieras estado escuchando a tu alrededor.

-Váyase. No le conozco -, contestó ella, con una voz algo ronca de no hablar.

-No pensaba quedarme, sólo quería darte unos consejos que te pueden ser muy útiles, Nur.

-¿Quién le ha dicho mi nombre?

-Seré breve -, el desconocido ignoró su pregunta-. Tienes que ver. Mira dentro de ti y encontrarás algo tan poderoso que deberás ocultar para seguir con vida.

-Soy ciega. No veo nada -, respondió, nada receptiva a los consejos.

-Pero verás. Confía en mí.

-¿Es que está sordo? ¡Le repito que estoy ciega! ¿Sabe lo que es la ceguera? -, replicó Nur, incorporándose en la cama y poniéndose muy malhumorada.

-Pero no estás sorda, ni has perdido el gusto, el tacto o el olfato. Tampoco pareces tonta... de hecho, creo que eres muy lista para tu edad. Por eso te enseñaré algo.

-No quiero que me enseñe nada, quiero que se vaya -, dijo la niña, por segunda vez.

El desconocido se puso algo nervioso, pero Nur no lo percibió.

-Tan sólo escucha mi voz. ¿Qué edad crees que tengo?

-Y yo qué sé...

-¿Soy un niño o un anciano?

-Ni lo uno ni lo otro. Parece mayor, pero no anciano.

-¿Y me oyes caminar? -, dio unos pasos para que la niña los escuchara.

-No pesa mucho, eso seguro. Y es ágil, probablemente delgado y algo bajito.

Nur escuchó una alegre y cantarina carcajada.

-¡Has acertado! ¿Lo ves? Yo tenía razón: eres muy lista para tu edad. Basta por hoy, Nur. Ahora descansa y piensa en esto. Cuando encuentres lo que tienes dentro de ti, me encontrarás.

-Eh, ¿quién es usted?

Pero el desconocido se había ido, y Nur no había oído abrirse ni cerrarse la puerta.

Después de aquella extraña visita, la niña recuperó el habla y el apetito, y se dedicó a desarrollar su oído y sus otros sentidos con fervor.

Al poco tiempo, le dieron el alta. Sus padres le dijeron que acabaría aquel curso con un profesor particular hasta que se acostumbrase a caminar sola por la calle con el bastón, amaestrasen a un labrador como perro lazarillo y leyera Braille con soltura. A petición de Nur, también tomaría clases de música, y le regalaron un piano y un violín en cuanto la niña los pidió, contentísimos de que mostrara interés por algo tan saludable.

Eso sí, no pasaba un solo día sin que la niña pensara en el misterioso hombre joven y de pasos ligeros que le había dicho tantas cosas en el hospital. Incluso dejaba la ventana de su habitación abierta por las noches por si se le ocurría volver a visitarla.

Poco a poco, Nur volvía a parecer alegre, pero sus padres no notaron dos cosas muy importantes en ella. Primero, que Nur se había convertido en adulta y nunca volvería a ser una niña. Esto se reflejó en sus ojos, que seguían siendo iguales en apariencia, pero mucho más tristes. Y segundo... los sentidos de la niña-que-ya-no-era-niña se estaban disparando sin que nadie lo apreciase.

Al principio, ni siquiera la propia Nur se dio cuenta. Encontró muy normal entrar en una habitación y valerse de su oído para saber dónde estaban situados los muebles y las personas, y tampoco le extrañó percibir los sentimientos de la gente que la rodeaba. "Seguro que le pasa a todos los ciegos", pensaba cuando casi podía tocar con los dedos la intranquilidad y la infelicidad de su madre, o la preocupación que tenía su padre por cosas que nada tenían que ver con su familia y la indiferencia que le suponía sentarse a la mesa con su esposa.

La cosa se complicó cuando Nur distinguió también los miedos, las debilidades y las pasiones de las personas que tenía cerca. Ya habían pasado varios meses y quedaba poco para que empezara en el colegio de primaria en el que sus padres la habían matriculado. Para acostumbrarse a no depender de su madre o de la asistenta todo el día, salía y daba largos paseos por la ciudad con su perro lazarillo, y así fue contactando con más personas. Sabía qué persona era realmente feliz y quién ocultaba un gran peso sobre su alma, si tenía cerca a alguien de corazón noble o a un mentiroso codicioso.

No podía leer los pensamientos, sino los sentimientos; no conocía los hechos, pero sí las sensaciones.

Decidió no contarle a nadie este descubrimiento ni nunca proclamar a los cuatro vientos los secretos más profundos de las almas de las personas.

Y él... ¿por qué no aparecía? El hombre misterioso había estado siempre presente en sus pensamientos, había tenido mil rostros distintos y, a falta de un nombre, Nur siempre pensaba en él, sin más.

"¿Es esto lo que él quería que descubriera? ¿Este es mi inmenso poder? Si lo es, ¿qué tiene de poderoso que yo pueda usar para algo bueno? Sería terrible utilizar esto como un arma, ni hablar. Y si no es lo que estoy buscando, ¿qué es lo que tengo dentro de mí? ¿Cuándo vendrá él?".

4 Comments:

Blogger Artemisa said...

Perdón por la extensión. xD No lo puedo evitar.

Esta niña es un personajillo que lleva un tiempo pululando en mi cabeza, pero aún queda muuuucho tiempo para que le encuentre su historia.

23:15  
Blogger Artemisa said...

Gracias, Iluneta. ^^ Ojalá pronto sepa yo cuál es su historia, jejeje.

21:25  
Blogger Drew said...

Elaine, te odiooooo!!! ¿Cómo me haces esto? ¿Por qué cuelgas una historia que engancha tanto sin tener aun la continuación? T___T Me gusta cómo lo has escrito, y la descripción de la chiquilla está genial (parece que estoy viendo los ojos y todo).

14:32  
Blogger Paula Edith said...

Me ha encantado. Espero que lo sigas pronto.

17:36  

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